Saltar al contenido

Preguntas Frecuentes

¿Cuándo se debe acudir a un psicólogo?

No existe una norma clara sobre cuál es el momento de acudir al psicólogo para solicitar ayuda, ya que un mismo problema o una misma situación, puede afectar de forma distinta a cada persona, por tanto es algo puramente subjetivo.

En general, se pueden dar algunas situaciones susceptibles de ser consultadas con un profesional de la psicología. Él escuchará y valorará si, efectivamente, puede ayudarte:

  • Cuando existe “dolor emocional” en forma de emociones negativas intensas como: depresión, miedo, pánico, ira, desesperación…
  • Cuando se tiene un problema que desborda a la persona, es decir, le dificulta o impide vivir de la forma deseada o le produce gran malestar y sufrimiento.
  • Cuando otros especialistas (médico, psiquiatra…) aconsejan la necesidad de buscar tratamiento psicológico.
  • Cuando una persona significativa (familiar, amigo…) se ve afectada por tu problema o apunta la necesidad de buscar una solución.
  • Cuando te percatas de las dificultades de un ser querido y éste no se da cuenta de que necesita ayuda psicológica.
  • Cuando se ve afectada una o varias áreas de tu vida: relaciones de pareja o de familia, trabajo, descanso, alimentación, proyectos, calidad de vida, salud…
  • Cuando después de seguir un tratamiento farmacológico, los resultados no son todo lo satisfactorios que desearías.
  • Cuando, aunque no tengas ningún problema, no estás satisfecho y decides llevar una vida más plena y más feliz.
¿Es el psicólogo para locos?

Lo primero a preguntarse es: ¿qué es un loco? Probablemente encontremos que todos estamos un poco «locos».

Al psicólogo acuden las personas «normales» que entienden que una situación les está desbordando y no son capaces de manejarla por sí mismos, de manera que está interfiriendo de forma significativa en su propia vida.

Probablemente diríamos que son las personas más cuerdas las que acuden voluntariamente a terapia.

¿Con qué frecuencia tengo que acudir a la consulta?

El número de sesiones y la duración de la terapia, dependerá de muchos factores (el tipo de problema o si hay más de uno, el tiempo que hace que se mantiene, la confianza en el cambio, la confianza en la terapia, la implicación de la persona en la terapia, entre otros…)

Normalmente hacemos una sesión quincenal, porque estimamos que 2 semanas son tiempo suficiente para que se pongan en marcha las tareas recomendadas y se comprueben sus efectos.

No obstante y dependiendo de la interferencia del problema en la vida del paciente, podrá haber alguna sesión semanal, sobre todo al principio; pero a medida que el problema va remitiendo, las sesiones también se irán espaciando en el tiempo (mensuales, trimestrales…), hasta completar el seguimiento, donde se comprobará que el problema que le trajo a terapia ha remitido completamente.

¿Cuánto dura una sesión?

Normalmente, la primera sesión dura entre 75 y 90 minutos. Las sesiones sucesivas, alrededor de 60 minutos (1 hora).

¿Es normal tener vergüenza por ir al psicólogo?

Es muy habitual y perfectamente comprensible. Hay muchas personas que evitan ir al psicólogo a pesar de necesitarlo, porque aún hay muchos prejuicios sociales. Consideran que está “mal visto” ir al psicólogo y les avergüenza reconocer que acuden a terapia.

En las primeras sesiones muchas personas están nerviosas porque sienten vergüenza por los motivos de consulta y por no ser capaces de resolverlos.

Son errores que se han de afrontar. Es importante  plantar cara a los tabúes, aceptar la vergüenza y romper el hielo viniendo a la primera visita. La confianza que te ofrece el psicólogo, el sentirte escuchado sin ser juzgado y comprobar que tus reacciones no son tan extrañas como tú pensabas, eliminará la vergüenza y la ansiedad en las siguientes visitas.

¿Sólo se habla del pasado y de los traumas?

Hemos de puntualizar que no es necesario haber sufrido traumas para tener problemas psicológicos o relacionales.

En nuestra orientación no trabajamos con las situaciones pasadas, sino con el presente y con cómo queremos que sea nuestro futuro. A pesar de esto, a veces es necesario conocer aspectos del pasado para poder entender pensamientos, emociones y conductas del presente (muchas veces, este relato ejerce una función de “desahogo” importante en el propio paciente); pero solamente va a contar aquello que desee que sepamos y que se encuentre cómodo contándolo.

Nunca va a sentirse obligado a revelar aquello que no desee, y esto no va a impedir que trabajemos igualmente en todo lo que le preocupa.

¿Las personas podemos cambiar?

Las personas podemos cambiar si queremos y lo intentamos con perseverancia.

Mucha gente piensa  que las personas no cambiamos a pesar de tener aspectos que no nos gustan de nosotros mismos. El motivo que se da es “yo soy así”, son aspectos innatos o genéticos, o bien hace muchos años que me comporto así. En la mayoría de ocasiones cuando afirmamos esto nos equivocamos.

La mayoría de rasgos de personalidad o carácter son adquiridos, y en consecuencia se pueden cambiar si se quiere hacer el esfuerzo.La pregunta que más nos plantean es: “¿cómo se puede cambiar?” o “¿qué puedo hacer para cambiar?”.

Es importante tener necesidad de cambiar, por el sufrimiento o las consecuencias que provocan en nosotros o en los que nos rodean; tener conciencia de las equivocaciones o de las actitudes que provocan ese sufrimiento; voluntad de cambio y motivación para hacerlo (implicación y esfuerzo); respetar el tiempo necesario para el cambio  (a veces es un proceso lento); poner en duda creencias y conductas propias (la principal, la afirmación “yo no puedo cambiar”); crear, investigar y reflexionar creencias alternativas; y adoptar nuevas creencias y conductas que provoquen menos sufrimiento.

¿La terapia me puede cambiar la personalidad y hacerme ser diferente?

La terapia intenta cambiar los aspectos que la persona quiere y lucha por ellos, pero no cambia la estructura de la personalidad, ya que éste no es el objetivo de la persona ni de la terapia.

¿Qué diferencia hay entre un psicólogo y un psiquiatra?

La principal diferencia es que el psicólogo no puede recetar porque no es médico y el psiquiatra en cambio, sí. El psicólogo suele ser más experto en las terapias que ayudan con comportamientos anormales o causantes de sufrimiento o malestar.

En el caso de que exista una enfermedad mental, a pesar de que el psicólogo también puede intervenir, es el psiquiatra el que deberá seguir la evolución de la enfermedad. Mientras el psicólogo utiliza el diálogo exclusivamente y prescribe estrategias comportamentales y relacionales, el psiquiatra suele utilizar y prescribir la medicación, para provocar la mejoría.

¿Cuándo una pareja debería acudir a buscar ayuda profesional?

Muchas veces esperamos hasta el último momento, como el último cartucho, y realmente nos encontramos que ya queda poco o nada que hacer. Es recomendable acudir tan pronto como la pareja está encontrándose en esos círculos viciosos de los cuales les cuesta salir, y que tarde o temprano pasarán una factura importante a la relación.

Más vale prevenir, así que es bueno buscar un criterio profesional, y será éste quien nos ayude a encontrar las herramientas necesarias antes de que sea tarde.

¿Qué es la terapia familiar? ¿Es con toda la familia?

No, la terapia familiar, es un modelo que nos lleva a tener en cuenta todo el contexto familiar, entendiendo la familia como una parte muy importante en la vida de las personas, por lo que se ha de tener en cuenta a la hora de abordar una determinada problemática.

A veces se detecta que en la familia hay algo que promueve el malestar, o los síntomas negativos, y que por lo tanto hay que cambiar; y otras veces, la familia es una parte útil para encontrar recursos para que la persona se sienta apoyada y salga adelante. Hay sesiones individuales donde se hace terapia familiar, y muchas veces citamos a más miembros de la familia.