
Cuando se presentan problemas de ansiedad, la persona manifiesta una preocupación excesiva y constante respecto a diversos temas, pese a no estar sufriendo ningún problema importante en particular. Esto se refleja en dificultades para dormir, irritabilidad, agotamiento, dolores musculares…
Pueden existir temores irracionales hacia objetos, animales, insectos o situaciones (fobias, agorafobia, pánico); pensamientos obsesivos, desagradables y reiterados, seguidos de rituales compulsivos para “neutralizar” estas obsesiones (trastorno obsesivo compulsivo o TOC); reacciones emocionales intensas de miedo tras sufrir una experiencia traumática (trastorno de estrés postraumático o TEPT); preocupación excesiva por padecer una enfermedad, a pesar de haberse descartado médicamente (hipocondría).
- Ansiedad generalizada: La persona presenta una preocupación excesiva y constante respecto a diversos temas, pese a no haber ninguna causa aparente real que desate la respuesta de ansiedad. Esta ansiedad patológica presenta diversos síntomas desagradables, como insomnio, nerviosismo, irritabilidad, fatiga, y contracturas musculares.
- Fobias específicas: Existe un temor irracional o bien una aversión obsesiva hacia el objeto de la fobia que puede ser, entre otros: a la sangre, las inyecciones y otros procedimientos médicos, ciertos animales e insectos (perros, serpientes, pájaros, arañas…), los espacios cerrados (claustrofobia), a volar, a los lugares altos, a las tormentas, etc…
- Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC): Se caracteriza por pensamientos -obsesiones- desagradables y reiterados, que la persona intenta “neutralizar” por medio de las compulsiones -comportamientos repetitivos- para disminuir su ansiedad. Algunas de las obsesiones más comunes son el miedo a los gérmenes o el miedo a lastimarse; entre las compulsiones se incluye lavarse las manos, contar, revisar una y otra vez las cosas o limpiar.
- Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT): Se desarrolla a partir de una experiencia traumática; la persona sufre reacciones emocionales intensas de miedo, sensación de indefensión e hipervigilancia. Posteriormente suele revivirse repetidamente la vivencia traumática, mediante recuerdos intrusivos, pesadillas, ‘flashbacks’, etc.
- Agorafobia y pánico: Cursan con ataques de miedo y ansiedad muy intensos; puede ser miedo a estar en lugares en donde podría ser difícil escapar o donde no se podría disponer de ayuda. La agorafobia puede involucrar miedos tan dispares como miedo a las multitudes, a los espacios públicos, a los puentes, o a estar sólo en espacios abiertos.
- Hipocondría: Las personas afectadas siempre están preocupadas por uno u otro síntoma, alarmados por alguna enfermedad que han oído o leído, pero sin una causa concreta. Se experimentan síntomas físicos, reales o imaginarios, que pueden ser signos de una enfermedad, a pesar de que médicamente se han descartado todas las posibles patologías.
- Otros: tics nerviosos, onicofagia (hábito de morderse compulsivamente las uñas), tricotilomanía (trastorno nervioso que consiste en arrancarse compulsivamente pelo de distintas partes del cuerpo), tartamudez, etc…
Hay dos enfoques a la hora de afrontar las problemáticas ligadas a la ansiedad. Uno es el más clásico o tradicional, podríamos decir, y tiene que ver con el trabajo sobre los pensamientos que subyacen a los síntomas ansiosos y que generan las conductas de evitación o compulsivas, para intentar cambiarlos por pensamientos liberadores, que ofrezcan la valentía necesaria para afrontar las situaciones temidas. Desde este modelo también se intentará aliviar la sintomatología física, a través de técnicas de relajación, de mindfulness, y/o de autocontrol emocional. La terapia cognitiva junto a la relajación, facilitará la aproximación paulatina y la exposición a los estímulos temidos, dotando de recursos para ir afrontando las situaciones y pensamientos que generan ansiedad.
Otro enfoque alternativo, parte de entender el mecanismo por el cual, cuanto más quieres controlar la ansiedad, menos logras controlarla, por lo que se plantea una estrategia más radical, que nos lleva a “perder el control para ganarlo”. Se tratará de desafiar a la ansiedad: se externalizará y se provocará, para quitarle toda su fuerza y “encanto”, retomando el control y aprendiendo a convivir con ella, sacándole todo el partido en vez de eliminarla de nuestras vidas.